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viernes, 26 de febrero de 2021

ESCUELAS SOCRÁTICAS MENORES

Por Jesús Pérez Loza

Maestro en Pedagogía

    Son tres las principales Escuelas Socráticas Menores: la de Megara, la Cínica y la Cirenaica, se les considera de menor dimensión, para no equipararlas con los grandes planteles que fueron, la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles.

SÓCRATES


    Todas estas escuelas fundadas antes de Jesucristo, tienen un antecedente común, que son las enseñanzas de Sócrates (469-399), quien fue el primer filósofo griego, que reorientó el objetivo del pensamiento hacia la preocupación por el hombre: meditación antropológica, reflexión muy diferente a la de sus antecesores, que se interesaron exclusivamente por la naturaleza y por la composición de los elementos que la integran.

                                                                                                                                                                 EUCLIDES

La Escuela de Megara la fundó Euclides (450-380), quien era un profundo conocedor de filosofía eleática de Parménides (540-470) y por ello, atribuye al Bien, las 5 cualidades parmenídicas del ser: único, eterno,  inmutable, ilimitado e inmóvil.

    La esencia del Ser es lo Bueno.

 

        Euclides sostiene que la virtud es el único Bien y que el vicio, es el único mal; todo lo demás no es importante: riqueza, pobreza, libertad, honor, esclavitud, etc.

     Eubulides de Mileto, su sobrino, también fue su alumno y debió ser brillante, porque fue maestro de lógica del orador Demóstenes (384-322).

        Estilpón de Megara (360-280) fue otro megárico sobresaliente.


        Antístenes (444-365), funda en Atenas la Escuela Cínica, que busca la felicidad en una vida virtuosa, por ello, el hombre sólo debe procurar una vida virtuosa y bastarse a sí mismo y despreciar los convencionalismos sociales.

      ANTÍSTENES

        Los cínicos se distinguieron principalmente por su desprecio a las riquezas y a los bienes materiales.

         El ideal socrático de la felicidad, es más accesible en cuanto más el hombre domina sus deseos. 

        En esta misma Escuela Cínica, se destaca Diógenes de Sinope (412-323), quien se hizo célebre vivía en un tonel y en cierta ocasión, se encontró con el conquistador  Alejandro Magno (356-323) y a su pregunta solícita, sobre en que le podía servir, el filósofo le replicó: "Quítate, no me tapes el Sol". El conquistador no se dio por ofendido y más bien se sonrió,  por el respeto que siempre guardó a los filósofos a raíz de haber sido alumno de Aristóteles.  Curiosamente la historia los unió en su muerte, ambos murieron el mismo día, Alejandro en Babilonia  y Diógenes en Atenas.        

         La Escuela Cirenaica la funda Arístipo de Cirene (435-350), quien sostiene que la felicidad consiste en el placer. 

                                ARÍSTIPO DE CIRENE

              La virtud sólo es buena y recomendable si conduce al placer. 

El placer no sólo se refería al placer sensual, sino que incluía, también, las formas más elevadas de gozo: satisfacción moral, amor doméstico, placeres mentales, etc.

             Como se ve, estos filósofos  no siguieron con exactitud las enseñanzas de su maestro Sócrates, porque cambiaron su manera de pensar y cada quien siguió su camino.

                Es decir, que cada quien interpretó a su estilo, las enseñanzas recibidas del maestro, por ello, se nota el desvío de la doctrina socrática hacia el placer, que determinó el cambio del objetivo de la felicidad, para vivir mejor. 

              Otros seguidores de esta escuela son: Teodoro el Ateo, Aniceris y Heguesias, quien decía que la felicidad era imposible, por lo cual recomendaba el suicidio, esto dio motivo a la prohibición de sus libros por parte del rey Tolomeo Filadelfo, gobernante de Egipto de 285 a 246 antes de Cristo.

              La escuela de Heguesias se clausuró y él, fue exiliado a la ciudad de Alejandría.